·Foto: http://www.65ymas.com
Algunas preguntas
Si las mascarillas no son útiles, ¿por qué se deben de utilizar cuando uno está evidentemente enfermo en el caso de un virus como este que es contagioso en su fase asintomática y además el problema se encuentra en muchos objetos del entorno que han recibido nuestras gotitas de saliva?
¿Se pueden sacar conclusiones estadísticas actuales sólidas con un muestreo temporal relativamente pequeño, desconocido de antemano y en evolución?
Los listos también se equivocan
Nos encontramos ante una situación que nadie esperaba ni preveía, al menos con total certeza, y al tratarse de una situación nueva es normal que exista desconocimiento, pero junto al desconocimiento también se produce la necesidad de ordenar nuestras ideas, la necesidad de conceptualizar y fijar bajo qué escenario probabilista nos encontramos, ya que a tiempo presente queremos más que nunca tener certidumbre y sabemos además que la incertidumbre es algo que avanza conforme pasa el tiempo.
Pero todo ello no quiere decir que se sepa totalmente lo que va a pasar ni bajo qué escenario transcurre en el momento presente, lo que puede llevar a otro error: el de confianza infundada. Porque se nos dijo con liviandad que era algo que no significaría nada y que no llegaríamos a tener la situación que se produjo en China… En ese entonces, jamás pensamos que sería peor aún.
Por ejemplo, se vio gran cantidad de fallos en los pronósticos económicos antes que se desencadenara la crisis del 2008 debido a que muchas de las opiniones científicas, como los que fundamentaban a la ecuación Black-Scholes que se usaba (y usa) en la valoración de los activos financieros, se basan en modelos matemáticos, los que siempre se sustentan en suposiciones.
En resumen. Aquella ecuación ayudó a que se produjera un crecimiento exagerado de las opciones -acuerdos de compra venta a un precio específico en una fecha futura determinada- permitiendo fijar precios estándar a ésta y otros derivados y, como en las condiciones aparentemente normales de mercado mostraba funcionar bien, la aplicaron los bancos, plenos de confianza. Las excepciones del mercado se dieron por totalmente improbables y se pidieron propiedades como garantía del riesgo… y, ya a partir de ahí, es historia conocida. Pero estamos, en cierta medida, acostumbrados al error en las decisiones económicas y no lo estamos de la misma manera en otras áreas de conocimiento.
Retomando el tema de la crisis del Covid-19, cuando en Italia comenzaron a empeorar las cosas, en España se comenzó a sospechar que quizás sí que nos podría afectar de una manera más rotunda hasta que, poco a poco, nos vimos inmiscuidos dentro de la situación caótica.
Pero esa manera de comportarse constituye parte de la forma de ser de los individuos que suelen apreciar las realidades distantes como lejanas y, por tanto, en cierta manera improbables, y se dio por sentado de que estábamos mucho mejor preparados que otros lugares, por lo que inconscientemente pudimos desarrollar cierta prepotencia o inconsciencia.
España le queda distante a otros territorios como Chile, que ha cometido el mismo error político, en sentido de que se decía que no afectaría el virus al país, posteriormente que se tomarían precauciones, para después decretar la cuarentena en algunas zonas del país y probablemente en un futuro se verá obligado a endurecer las medidas, al igual que ha tenido que hacer España y otros territorios. Es un ejemplo de ineptitud política, junto a la visión de corto plazo con la incapacidad de aprender de las contingencias de otros territorios.
En España hemos visto como, abiertamente, el gobierno se equivocó. Pero no ha sido únicamente el gobierno, también lo ha sido la oposición, y muchos de los especialistas que han dado su opinión, pero también nos hemos equivocado las personas en general porque el ser humano tiene capacidad de tener criterio y filtrar la información y esta criba no siempre se está utilizando.
El gobierno siguió los consejos de quien estimó (es verdad que generalmente se adhieren a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud), pero nos encontrábamos en una situación en que la OMS dio una serie de recomendaciones que fueron criticadas por países que han tenido experiencias similares a la actual, por ejemplo, con la epidemia del SARS en 2013.
Uno de los motivos a los que se apeló es que la población no sabía utilizar las mascarillas. Bien, ¿no hubiera sido más efectivo concienciar a la población respecto a su uso? Es decir, al principio las sociedades asiáticas probablemente tampoco sabían cómo utilizar las mascarillas, pero aprendieron. ¿Tiene sentido utilizar las mascarillas únicamente cuando uno evidentemente está enfermo en el caso de un virus como este que es contagioso en su fase asintomática y además el problema se encuentra en muchos objetos del entorno que han recibido nuestras gotitas de saliva?
Desde luego, ahora en plena tormenta es difícil generar las soluciones que se podrían haber prevenido con anterioridad, pero el motivo de ello es que no lo esperábamos y que ni siquiera tomamos posibles precauciones.
El Gobierno decidió quedarse con una argumentación y permitió, por ejemplo, que se llevaran a cabo manifestaciones en el día de la mujer, pero no nos equivoquemos ya que a esas manifestaciones también fue la oposición y fuimos los ciudadanos, es decir, apoyamos la decisión tomada. Es decir, en general, en la etapa inicial de la pandemia en Europa, existía la confianza generalizada de que el virus no presentaría gran repercusión, por lo que también hubo, por ejemplo, ciudadanos que asistieron al partido de fútbol Atalanta-Valencia, lo que significó una fuente de contagio.
Muchos especialistas y no especialistas ridiculizaban la situación, comparándola con la gripe. Otros simplemente daban las recomendaciones supuestamente adecuadas con total certeza y sin dar pie a la posibilidad de que se nos pudiera escapar algo. También tienen responsabilidad todos los científicos, especialistas y personas que se “subieron al carro” grabando vídeos como si supieran totalmente sobre lo que hablaban (en gran parte siguiendo los consejos de la OMS) y dieron recomendaciones de expertos y pseudo-expertos sin dar posibilidad de cabida de que se trataba de una situación nueva (y que, por tanto, para nada teníamos información consistente) y si algo debe de caracterizar a la ciencia es su sentido crítico. Si algo debe de caracterizar a los especialistas o a las personas que se dicen conocedoras de un campo es su capacidad crítica y de contraste de las realidades, es el poner a juicio el conocimiento, sobre todo al que se cree saber con certeza.
Y también tenemos responsabilidad la sociedad en general porque las personas podemos hacer uso de nuestra capacidad de raciocinio y decidir qué nos parece más fiable, aunque la mayoría, como es de esperar, dependa y crea en la opinión de los políticos y expertos, más de alguno ha pensado en que la política se comporta ponderando excesivamente el corto plazo y de manera ineficiente, al igual que muchos expertos.
Es al menos paradójico que, en lugar de reconocer el error de las propias afirmaciones, se le eche la culpa a la incapacidad de otros criticándolos y diciendo que nos hemos equivocado por seguir sus recomendaciones, más si consideramos que nos hemos equivocado por seguir la opinión de los que consideramos ineficientes en muchas ocasiones.
Lo que se quiere decir es que nos ha faltado humildad y prudencia. Nos ha sobrado prepotencia intelectual. Por lo que más que buscar culpables hay que ver, buscar y exigir soluciones porque responsables, en mayor o menor medida, somos todos.
Y aquí -con el más profundo reconocimiento a las personas que están dando lo mejor de sí en esta crisis como sanitarios, repartidores, personas que hacen las compras de sus vecinos necesitados, arrendadores que permiten rebajas o condonación en los alquileres, etc.-, lo que se quiere decir es que el primer paso que tenemos que seguir es reconocer el error, el segundo es buscar una solución y el tercero es ser humildes y dejar las afirmaciones sin conocimiento.
Más que culpabilizar, hay que responsabilizar y responsabilizarse.
Ojo al dato: tenemos que aprender a utilizar la mascarilla, pero es curioso que, un día antes de su posible recomendación generalizada por el Gobierno, aparezcan en la televisión los políticos -como el presidente del gobierno- usándola justamente de la manera en que se recomienda no utilizarla (bajándosela con la mano a la perilla).
Los gobiernos ponen a muchos ciudadanos entre la espada y la pared
Esta crisis es complicada y traerá repercusiones económicas que no podemos ni prever. Los Gobiernos llevarán a cabo una serie de gastos de enormes proporciones, la deuda y el déficit público aumentará en gran medida. No han tenido ni tendrán -tal como se ha demostrado- capacidad logística y de administración para organizar de la mejor manera los recursos escasos que se están gestionando para paliar la crisis, en las diversas manifestaciones en que estas falencias se plasman (en las medidas que se toman, en cómo se gestiona la adquisición de material sanitario, etc.).
También es fundamental recordar, más allá de las promesas, a quién decidirá realmente apoyar el Gobierno y las Administraciones locales, ya que pueden volcarse a favor de las grandes empresas o repartir sus apoyos a los diferentes sectores, sobre todo a los más desprotegidos.
Sabemos que los recursos son escasos y que estamos atravesando una crisis sanitaria, económica y también moral que tendrá graves repercusiones. Pero todas las políticas y nuestro modelo social van de algún tiempo atrás con el neoliberalismo, que no es una masa que avanza sola, sino que avanza porque la permitimos. Comenzó a extenderse en mayor medida en los 80 con Thatcher y Reagan y ha ido poco a poco ganando terreno en nuestra cultura.
Está fundamentado en una ideología económica y política que mucha gente cree y apoya (a veces se cree en eso sin ser conscientes) e incluso hay mucha gente que propulsó esta ideología en sus inicios de buena fe (como algunos economistas de Chicago de orígenes familiares de individuos que escaparon del nazismo y que por tanto veían cualquier intervención del Estado como peligrosa, y aunque en un principio no fueron considerados de forma generalizada, en los 70 comenzaron a tener reconocimiento).
El problema que se tiene es que no se ve que la economía y la política (que bailan siempre juntas, a veces de manera grotesca), sobre todo la economía en gran parte, más que ciencia es ideología que está al servicio de las argumentaciones que contienen un sinfín de supuestos que argumentan su carácter científico.
Ahora, una vez desencadenada la tormenta (más dinero en sanidad no nos habría evitado pasar por la crisis, pero sí nos hubiera permitido reaccionar de mejor manera y tener más recursos humanos con experiencia donde son necesarios y también más recursos materiales que los protegiera) y ahora a la distancia vemos las políticas que nos han perjudicado en este momento, lo que dentro de todo es cuento viejo ya que solemos percatarnos de las deficiencias de nuestro sistema cuando pasamos por los malos tiempos.
Y no nos olvidemos que en los malos tiempos afloran reacciones morales. Las decisiones políticas y de las personas reflejarán en gran medida la capacidad moral. En economía se tiene el concepto de riesgo moral y con la anterior crisis vivimos una crisis moral de gran proporción que tenemos el riesgo de revivir, dado que hemos visto florecer señales de ello.
Pero volvamos a lo más importante y delicado de tratar, que es que muchos ciudadanos más allá del miedo están sufriendo escasez. Y frente a esa escasez no pueden hacer nada. Todo está bloqueado y detenido, muchos de los sectores de la economía se han paralizado. Suma a eso que, si una familia ha tenido un agujero económico, una multa desde luego no arreglaría las cosas.
Las políticas económicas fiscales que se anuncian en los medios de comunicación sirven para calmar la conciencia de muchos de los que estamos en nuestras casas con las necesidades cubiertas, pero si ya de por sí dejan bastantes espacios no cubiertos, además es que no se están cumpliendo totalmente. Una parte se debe probablemente a una mala gestión de los recursos, otra se debe a que no se cuenta con los recursos públicos necesarios y una tercera es la que hace referencia a decisiones que podrían cambiar algunas ponderaciones de la sociedad y que ahora son necesarias.
Me explico. Se puede tratar de decisiones como: si los políticos -aquellas personas que en principio se supone que nos representan y empatizan con la sociedad– lo demostraran realmente y se sometieran a un ERTE redirigiendo los recursos hacia el resto de la sociedad, más si se considera que muchos no están trabajando en estos momentos. O si futbolistas y artistas que deben gran parte de su fama a la sociedad dieran un mayor apoyo a diferentes sectores -no apoyo moral y de palabra, sino apoyo monetario y de recursos que es el que hace falta en estos momentos- y algunos ya lo están haciendo, pero sería loable que el resto se sumara a esta iniciativa de -pese a todo- ayudar a mantener saludable a nuestra sociedad. O que lo demuestren también las grandes empresas que en teoría se preocupan por la satisfacción de sus clientes, que ayuden a la sociedad que es la que les brinda a todos sus clientes, a ver hasta qué punto realmente les interesa la satisfacción de estos o hasta qué punto se trata únicamente de una estrategia argumentativa para lucrarse. Pero es que además y en última instancia, la ayuda de las empresas incluso se justificaría por habilidad económica, el cuidar que la economía no sufra un descalabro les permitirá volver a la situación posterior a la crisis sanitaria con una mayor cantidad de personas que tengan las condiciones monetarias para poder ser sus clientes. A ver si más allá del marketing se produce la responsabilidad social corporativa.
Por ejemplo, existen colectivos, como Amigos de la Calle y otras asociaciones con las que están en contacto, que han ido a repartir comida a la gente que aún está durmiendo en la calle, porque pese a los ofrecimientos que se han escuchado en los medios, los albergues no tienen más capacidad y por tanto no ha sido real el hecho anunciado en los medios de que se ha recibido a todos los sin techo y cubierto a todos los necesitados de este colectivo. También han ayudado a familias que están presentando escasez para obtener recursos para adquirir la alimentación.
Muchas familias están teniendo serios problemas, por poner un ejemplo, hablemos de un sector crucial para la economía española: los autónomos.
¿En qué creéis que puede beneficiar la prohibición de las eléctricas de no cortar los suministros básicos a ciertos locales? Quizás se trate de una política de prohibición que se ha tomado sin mayor meditación y sin considerar todos los matices que debería de tener. Puede que haya una buena intención, pero las buenas intenciones no son suficientes.
Una de las medidas que se anunció de la prestación de un porcentaje de la base reguladora hace referencia a pagar un porcentaje del sueldo teórico de los autónomos (base reguladora) que es al que se le aplican los impuestos, por lo que ese sueldo para nada contempla los gastos que han podido tener, que normalmente se financian con los ingresos obtenidos de la actividad económica. Es decir, no pueden trabajar, pero sin embargo deben de pagar las deudas y obligaciones contraídas como el alquiler de un local, los suministros, contratos de plataforma y páginas web, seguros, etc.
Además, por fuentes de una persona a la que asesoré y que aún no ha recibido ayudas, a día de ayer 02 de abril de 2020, en Valencia las ayudas que gestiona Labora se habían agotado, por lo que ha quedado fuera hasta que se abra nuevamente la ayuda por el aumento de la partida presupuestaria, mientras tanto, prosiguen los recibos.
Sal de la burbuja: sé buen amigo, sé buen vecino y sé una mejor persona
En esta última parte hablaré desde mi vivencia personal.
En general, muchos miembros de esta sociedad, como por ejemplo los jóvenes, somos una generación criada de una manera extremadamente acomodada y con un fuerte discurso en pro de nuestra libertad (lo que está bien), pero no hay que perder las perspectivas ya que no podemos salir a la calle por nuestra propia salud y la de nuestro entorno.
Por lo tanto, la desesperación que nos produce el encierro la tendríamos que contemplar con relatividad y restarle importancia -si es que se puede ya que si la ansiedad es alta lo mejor es buscar ayuda de profesionales-, porque muchos tenemos la suerte de estar en casa con nuestras necesidades cubiertas (no estamos encerrados bajo sometimiento vejatorio, y es ilusorio que nos auto centremos tanto en nuestro encierro y que no valoremos las situaciones dado que si se logra apreciar desde otra perspectiva puede no ser tan terrible -claro es: cuando no hay otras realidades detrás que sean traumáticas-, no estamos encerrados en un campo de concentración), por lo que el cambiar de actitud es fundamental, el buscar la manera de ser positivo aceptando todas las emociones y buscar ser un aporte.
Hablemos de la gestión de las emociones. Sí una persona quiere llegar a un objetivo difícil y no ve cómo, en psicología se habla de las expectativas adaptativas. Las personas, ante la imposibilidad de llegar a un determinado resultado unido a la capacidad (o falta de capacidad) de gestionarse el carácter o a la imposibilidad de llegar a determinadas metas o situaciones por restricciones del entorno y de la propia persona (pero que se han producido a través del entorno), deciden quedarse en la alternativa no preferida y no buscar la manera de gestionarse el carácter y hacer planes de acción para intentar salir de la situación no preferida, para seguir los pasos que la acerquen a la opción más valorada.
Por lo que podemos pensar en esta crisis que la opción no preferida es el malestar y la opción valorada es el bienestar (y se están haciendo muchas cosas por mantener el bienestar en la salud), pero a veces con el encierro cuesta mantener el psicológico, por lo que es fundamental buscar planes de acción para animarse, cuidar la salud psicológica y estar bien.
Ojo, de normal hay que pasar por las tristezas y sentir las penas sin anular lo que se pueda sentir, ya que es sano vivir todas las emociones, pero hay tiempos excepcionales- como el que estamos viviendo- en el que hay que auto animarse y motivarse, sobre todo cuando se tiene una situación privilegiada, porque si no a veces no se ven los propios privilegios, y hay gente que transita toda su vida auto centrada en sus problemas y sin ayudar a nadie (y es propia decisión por lo que si no hace daño a los demás no tiene por qué estar mal), pero se deja de ver la perspectiva de las cosas, y es triste, porque como sociedad nos falta empatía y buscar realizar cambios reales a mejor (aunque cueste y costará). La situación en la que vivimos, aunque es muy triste y mucha gente la está pasando realmente mal, es una oportunidad para cuidar el entorno, para valorar más nuestras relaciones y en general a las relaciones humanas y a la necesidad de los otros, preocuparse y darle una mayor importancia a la salud psicológica y tender a desarrollar e implantar sociedades más colaborativas.
El salir de la propia burbuja es necesario para poner en perspectiva la situación y valorar todo lo bueno que se tiene y apreciarlo y, si se puede, ayudar a los que lo están pasando peor es una actitud que, en muchas ocasiones, es beneficiosa para todos. Eso les ayudará a ellos, pero en muchas ocasiones a la propia persona, porque ve otras realidades -y pondera de mejor manera la propia vivencia-, se siente útil, da la sensación de hacer algo bueno, de alguna manera dejar una marca en el mundo.